Richard tiene la convicción de que llegará muy lejos en el fútbol y en la vida. Su motivación es brindarle un mejor porvenir a su madre y sus hermanos menores. Vive en la misión vivienda de Naiguatá y casi todos los días emprende una odisea para llegar a sus entrenamientos con Futuros Vinotinto, en la cancha del Polideportivo de “La Lagunita”. Entre ir y venir, les toma de 6 a 8 horas diarias de viaje.

Nunca llega solo, siempre trae a dos, tres o hasta 10 chamos que como él, son unos irreverentes ejemplares que destruyen al conformismo y sus trampas. Richard y su banda no negocian su sueño, crecer como jugadores y personas es lo que refuerza a su fe. Siempre con buena actitud. Siempre con una sonrisa. Siempre corriendo por llegar sobre la hora a entrenar y aprovechar al máximo su entrenamiento.

En ‘Futuros’ los ayudamos de todas las maneras posibles con el traslado y lo que esté a su alcance, pero no hay ayuda que acorte más su viaje o la distancia. Ellos nos demuestran y comparten su gratitud a diario. Sin embargo, a veces siento que los agradecidos debemos ser nosotros.

¿Cómo fallarle a alguien que emprende dos viajes al día, solo para escuchar lo que le tienes que decir?, ¿cómo no dejarse todo en cada entrenamiento? No hay lugar para dudas. El compromiso se instala y se hace rutina; para ellos y nosotros…

Las vallas, RRSS y TV nos cuentan mucho de destinos y poco de caminos. Nos muestran muchos laureles y pocos recorridos; cuando los ejemplos más reales, inspiradores y poderosos, puede que estén enfrente de ti y los obviaste, por tener la atención engañada con la fantasía de turno que un algoritmo colocó en tu pantalla.

A muchos nos pasa, quizás también es un recordatorio para todos. Richard y todos los que comparten este sueño son un cable a tierra que nos permiten estar despiertos, para evitar distraernos con lo que será vital.

¡Gracias, fútbol!

¡Infinitas gracias!

Por: Ramzi Souki (CEO: @futurosvinotinto)

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