Ser futbolista: sencillamente uno de tantos adjetivos que dicen presente en el día a día de los distintos medios de comunicación e incontables individuos; no obstante, resulta ser una chapa que conlleva a atravesar un camino de sacrificios, esfuerzos y superación, un escalón al cual sólo un grupo selecto de «chamos» podrán llegar. Más allá del talento con la esférica a los pies, la vereda hacia el éxito se verá condicionada en todo momento por el carácter y personalidad del jugador, características mayormente formadas y reforzadas en el hogar.

A propósito de ello, resulta de gran relevancia el rol que ocupen los padres principalmente en los inicios de la carrera como futbolista de sus hijos, especialmente cuando estos ni siquiera saben que pueden llegar a serlo. Ocupándose de ser el primer psicólogo, nutricionista particular y motor de empuje jornada tras jornada; la relación hijo-progenitor se hace un factor indispensable.

Un ejemplo de tal contexto, se refleja en la familia Fariñez. Wuilker, actual guardameta de la selección nacional absoluta y del Millonarios Fútbol Club de Bogotá, aún en los momentos más clamorosos de su joven carrera, siempre ha contado con la presencia y respaldo de su padre, del mismo modo que sucedía cuando el estelar arquero, a penas a sus siete años de edad, recibiera un balón como regalo por parte de «Kike», siendo éste el origen de su pasión al fútbol.

Oriundo del barrio de Nuevo Horizonte de Catia, en Caracas, la familia Fariñez vivía frente a la cancha “Desde muy pequeño, mis padres, siempre tuvimos una cancha en el barrio, y me dejaban jugando en ella. Era una de mis mayores diversiones. No salía de ese lugar. Fue una parte fundamental en mi vida. Hoy en día me esfuerzo por alcanzar mis objetivos y agradezco haber tenido el privilegio de jugar en ese espacio diariamente, porque fue ahí donde todo comenzó”, confesó en una oportunidad Wuilker para el diario El Nacional. Por su parte, Luis Enrique, quien también fuese arquero, ha destacado en reiteradas ocasiones que «desde pequeño a su hijo siempre le gustó la portería. Era su pasión”.

“Siempre he mantenido que como padre uno no se puede engañar, yo fui portero y cuando vi las condiciones de Wuilker en la portería, supe que iba para grandes cosas, con apoyo todo se puede, y ahí está el fruto de todas las cosas que han pasado” aseveró Luis en una conversación para con el programa de televisión Tercer Tiempo.

Por otra parte, el arquero de 1.81 metros de altura, reconoce que «los valores que le ha enseñado su padre han sido claves en su vida tanto personal como profesional. Particularmente la humildad, el respetar a los demás y recordar siempre de donde venimos».

 

Daniel Álvarez Tabata
@DanielAlvarezT
Valencia

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