Siempre es bonito ver a la Selección Nacional ganar. Más aún, cuando lo hace con autoridad y holgura, tal como pasó en esta fecha FIFA, despachando 4-1 a Bolivia y 2-0 a Trinidad y Tobago.

La postal mostró más belleza al tener El Ávila como fondo. Ocho años sin gritar goles vinotintos en el Olímpico de la UCV y hubo seis en apenas dos días. Bastante falta que le hacía al país y a una selección que navegó en aguas turbias, aunque aún no llega a puerto seguro. El grupo gana confianza y el seleccionador recibe un importante espaldarazo.

Es muy difícil hacer un análisis profundo y coherente de este par de amistosos que jugó el combinado nacional. Selecciones como Bolivia y Trinidad y Tobago no son rivales para medir realmente al equipo vinotinto. En ambos partidos se notó que los de Rafael Dudamel lucieron muy por encima, eso sí, sin mucho ruido, casi por la inercia que provoca contar con futbolistas que juegan el extranjero. Caso completamente distinto en la acera boliviana y trinitaria.

Por lo tanto, sacar conclusiones basándonos en lo que vimos estos días es apresurado y erróneo. Aunque, vale rescatar algunas cosas que pueden servir como luz pensando en las Eliminatorias al Mundial Catar 2022 y la Copa América del próximo año.

El esquema 4-2-3-1 parece ser el camino. En el engramado capitalino, Dudamel experimentó con una formación distinta al 4-3-3 que se había visto hasta ahora. En consecuencia, vimos una selección con más colmillo y capacidad de generar peligro al rival, que dicho sea de paso, facilitó en demasía las victorias con su catarata de errores.

Las diferencias en cuanto a generación de juego fueron notorias. Aunque, las palabras de rueda de prensa post victoria ante Bolivia invitan a pensar que esta formación no será definitiva. “No nos casamos con ningún sistema”. Ojalá este esquema no se quede en solo un ensayo para calmar los ánimos y atenuar las críticas. Con esta disposición, Venezuela tiene mucho que ganar sobre todo jugando de local. Con rivales de más peso, es probable que se reduzcan riesgos apelando al 4-3-3.

Cuando se analizan los desempeños individuales, los Rondón y Otero salen a relucir. “Salo” cuajó una excelente doble jornada con tres goles que ratifican su estado de ‘killer’. Así lo queremos ver en las Eliminatorias, sin piedad.

Rómulo Otero demostró que es indispensable en este equipo. Es el eje creador de juego en zona de volantes y le ofrece otra cosa a la selección, algo que no vimos en Copa América. Desequilibrio, pelota parada, cambio de ritmo, capacidad de generar faltas, visión de juego. El aporte del escorpión lo necesita Dudamel. Su ausencia en la pasada Copa América resulta inexplicable.

Para quien escribe, sólo hay seis nombres seguros en el 11 titular de la selección. Otero es uno de ellos. Wuilker Faríñez, Roberto Rosales (por derecha), Tomás Rincón (llegó a 100 partidos como vinotinto), Darwin Machís y Salomón Rondón, completan los inamovibles. En los otros puestos, no hay certezas pero sí es cierto que Yordan Osorio y Yangel Herrera están muy bien posicionados para ser titulares.

Sin embargo, no todo puede girar a los nombres propios. El funcionamiento colectivo es lo que al final demuestra el trabajo de un entrenador. Dudamel quiere que su equipo pueda desempeñarse de la mejor manera sin casarse con ninguna alineación, sea 4-2-3-1 o 4-3-3. Es una tarea difícil, sobre todo porque el premundial está a la vuelta de la esquina, pero no imposible.

En noviembre, Paraguay y Japón servirán de buenos termómetros para el seleccionado nacional en una gira asiática que debe servir para sentar la base sólida y definitiva en la que La Vinotinto depositará su ilusión para hacer de Catar una hermosa realidad.

Se agradece que se vuelve a hablar de fútbol.

José Antonio Poito
@Josepoitoz
Puerto La Cruz

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